Imaginería religiosa "San Juan de Dios"
Desde hace algunos años me dedico a la creación y restauración de imágenes religiosas. De a poco les iré mostrando algunas de mis piezas y voy a compartir con ustedes las distintas técnicas que se emplean. Muchas de las piezas se encuentran a la venta, sólo tienen que consultar. Muchas gracias por compartir conmigo este espacio. Estamos en Misiones, Argentina. Para comunicarse escribir al e-mail: daniel1962ar@gmail.com
domingo, 9 de noviembre de 2025
sábado, 8 de noviembre de 2025
8 de noviembre fiesta de Santa Isabel de la Trinidad.
Una
mañana del 18 de Julio de 1880 nace en un campo militar de Avor, cerca de
Bourges (Francia). Su familia está inquieta porque los médicos han dicho que el
bebé no podrá salvar su vida. María Rolland, su mamá, espera su primera hija.
Todos rezan y se ofrecen misas por la nueva criatura.
En contra de todos los
pronósticos la niña llega a este mundo “muy hermosa y vivaracha”. Cuatro días
después, el 22 de julio, es bautizada con el nombre de Isabel Josefina.
La
señora Catez se ha dado cuenta del talento musical de su hija. La inscribe en
el Conservatorio a los siete años. Isabel pasa muchas horas en el piano. No va
a la escuela porque las instituciones del estado son demasiado laicas, en
cambio recibirá la formación más elemental en casa.
El
19 de abril de 1891 es la Primera Comunión. Sus cartas nos revelan la
experiencia de ser amada y darse. “Este gran día nos hemos dado por completo el
uno al otro” (C 178). Gozo, alegría, saciedad, plenitud, belleza, música
interior…son las realidades que siente en su corazón.
También
los santos tienen vacaciones. Estamos en el verano de 1894, las Catez marchan a
Carlipa, allí visitan a sus tías.
Isabel siempre recodará el espectáculo
cósmico de los Pirineos:”¿Te acuerdas de nuestros paseos por la sierra durante
la noche, a la luz de la luna, mientras escuchábamos las alegres campanadas?
¡Oh, tía, qué bello estaba el valle a la luz de las estrellas, esa inmensidad,
ese infinito, todo me hablaba de Dios” (C 139).
Así
era Isabel humana y divina, centrada en el interior y viviendo las alegrías de
la vida. Con frecuencia participaba en veladas y bailes que organizaban las
familias militares. En estos lugares la joven Isabel quiere ser como el sol que
irradia su luz.
El
2 de agosto de 1901 entra en el Carmelo. Una vida dedicada por entero a la
oración. Una comunidad de hermanas que viven el ideal de santa Teresa. Una
sencillez en el uso de las cosas y en el trato con las personas.
Un ideal
apostólico que amplía sus horizontes al mundo entero. El Epistolario refleja de
una forma maravillosa sus primeras impresiones. “No encuentro palabras para expresar
mi dicha”, “aquí ya no hay nada, sólo Él…Se le encuentra en todas partes, lo
mismo en la colada que en la oración” (C 91).
El
11 de enero de 1903, domingo y fiesta de la Epifanía, ante la comunidad
carmelitana de Dijon, Isabel pronuncia sus votos religiosos. Se siente invadida
por Dios, por su abundante gracia, un derroche.
Sus
experiencias religiosas son alimentadas por sus lecturas. El Nuevo Testamento
tiene un lugar privilegiado en su mundo espiritual, muy especialmente las
cartas de san Pablo, a quien llamará “padre de su alma”. Las páginas de san
Juan de la Cruz han ejercido una influencia considerable en el camino de la
unión con Dios.
El
año 1904 es muy significativo. El 21 de noviembre Isabel lo pasa ante el
Santísimo. Por la noche redacta una oración, que es expresión de su entrega al
Dios Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dice así:
“¡Oh,
Dios mío, Trinidad a quien adoro! Ayudadme a olvidarme enteramente para
establecerme en Vos, inmóvil y tranquila, como si mi alma estuviera ya en la eternidad.
Que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de vos, ¡mi Inmutable!, sino que
cada minuto me haga penetrar más en profundidad de vuestro misterio.
Pacificad
mi alma, haced de ella vuestro cielo, vuestra morada amada y el lugar de
vuestro reposo. Que no os deje allí jamás solo, sino que esté allí toda entera,
completamente despierta en mi fe, en adoración total, completamente entregada a
vuestra acción creadora”.
Ella
ha descubierto su vocación en la Iglesia: ser para Dios “una alabanza de gloria”
(Ef 1,6). Hasta tal punto que esta mística francesa lo toma como un nombre
simbólico, laudem gloriae, “alabanza de gloria”.
Los
días 7 y 8 de noviembre está en silencio. Las últimas palabras que le oyeron
sus hermanas de comunidad fueron: “Voy a la Luz, al Amor, a la Vida”. En el
amanecer del 9 de noviembre de 1906, deja de respirar, la ciudad de Dijon está
tranquila.
Las que estaban allí presentes se dan cuenta que Isabel ha
emprendido el viaje a la Trinidad que tanto amó en la tierra y como un profeta nos
llama a cada uno a disfrutar de su Presencia en lo cotidiano de la vida.
Fue
beatificada el 25 de noviembre de 1984 por el Papa San Juan Pablo II.
El 4 de marzo de 2016 el Papa Francisco promulgó un decreto reconociendo oficialmente un milagro atribuido a su intercesión; fue canonizada el 16 de octubre de 2016.
El 4 de marzo de 2016 el Papa Francisco promulgó un decreto reconociendo oficialmente un milagro atribuido a su intercesión; fue canonizada el 16 de octubre de 2016.
viernes, 7 de noviembre de 2025
7 de noviembre fiesta de MARÍA, Medianera de todas las Gracias.
Este
título se le reconoce en documentos oficiales de la Iglesia y ha sido acogido
en la liturgia, introduciéndose en 1921 una fiesta dedicada a María Medianera
de todas las gracias
La
Virgen es el medio para profundizar en el misterio de Cristo, de progresar en
la fe, la esperanza y la caridad.
Cooperación
de María a la obra de la Redención
«Asociada
por un vínculo estrecho e indisoluble a los misterios de la Encarnación y de la
Redención ... ; creemos que la Santísima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la
Iglesia, continúa en el cielo su misión maternal para con los miembros de
Cristo, cooperando al nacimiento y al desarrollo de la vida divina en las almas
de los redimidos». (Credo de Pablo VI, n. 15)
Cristo
es el único mediador entre Dios y los hombres porque Él solo, con su muerte,
logró la reconciliación perfecta con Dios, pero dice Santo Tomás que «también a
otros podemos llamarlos mediadores por cuanto cooperan a la unión de los
hombres con Dios».
A María
se la llama Medianera o Mediadora desde muy antiguo. Este título se le reconoce
en documentos oficiales de la Iglesia y ha sido acogido en la liturgia,
introduciéndose en 1921 una fiesta dedicada a María Medianera de todas las
gracias.
«María,
que en vísperas de Pentecostés intercedió para que el Espíritu Santo
descendiera sobre la Iglesia naciente, interceda también ahora. Para que ese
mismo Espíritu produzca un profundo rejuvenecimiento cristiano en España. Para
que ésta sepa recoger los grandes valores de su herencia católica y afrontar
valientemente los retos del futuro» (Juan Pablo II en España).
María
es Corredentora.
Trajo
al mundo al Redentor, fuente de todas las gracias. María dio su consentimiento
libre para que viniese el Salvador al mundo: «He aquí la esclava del Señor,
hágase en mí según tu palabra» (Lc. 1, 38). Dice Santo Tomás que representaba a
toda la naturaleza humana.
Se le
suele contraponer a Eva y así como ésta fue causa de la perdición, María por su
obediencia lo es de la salvación. Y si aquélla era «madre de los vivientes», la
«Nueva Eva» es madre de los que viven por la fe y la gracia.
Desde
el siglo XV se llama a la Virgen CORREDENTORA y la Iglesia lo usa en algunos
documentos oficiales. No debe entenderse como una equiparación con Cristo,
único Redentor, ya que ella también fue redimida. La suya es una cooperación
indirecta por cuanto puso voluntariamente toda su vida al servicio del
Redentor, padeciendo y ofreciéndose con Él al pie de la Cruz, pero sin
corresponderle el título de Sacerdote, exclusivo de Cristo (cfr. Vat. li, LG,
60).
Mediadora
de todas las gracias.
Por
este motivo, la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de
Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. (LG, 62)
Madre
de los hombres.
Compañera
singularmente generosa entre todas las demás criaturas y humilde esclava del
Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándole, alimentándolo, presentándolo al Padre
en el Templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la Cruz, cooperó en forma
enteramente impar a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza
y la ardiente caridad, con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las
almas. Por eso es nuestra madre en el orden de la gracia. (LG, 61)
Esta
doctrina se apoya en la tradición antiquísima de considerar a María como madre
espiritual de todos los cristianos. Parece natural que la que cooperó por la
Encarnación a darnos a Cristo, fuente de todas las gracias, y la que estuvo
presente junto a la Cruz, interceda sin cesar y cuide de sus hijos, como madre
espiritual.
María
es Madre de la Iglesia.
«María
es la Madre de la Iglesia, es decir, madre de todo el Pueblo de Dios, una madre
de todos los que creyeron en su Hijo. Ha colaborado y sigue colaborando en la
obra de la Salvación y se preocupa constantemente de los hermanos de su Hijo
que están aún peregrinando por el mundo» (C.v.e., P. 460)
Prototipo
de la Iglesia.
También
hay que recordar que María es «prototipo de la Iglesia» y que toda la gracia se
comunica por medio de la Iglesia.
Pues en
el misterio, de la Iglesia, que con razón es llamada también madre y virgen,
precedió la Santísima Virgen, presentándose de forma eminente y singular como
modelo tanto de la Virgen como de la Madre. (LG, 63)
La
Virgen es para la Iglesia medio de profundizar en el misterio de Cristo, de
progresar en la fe, la esperanza y la caridad. La Iglesia ha alcanzado en la
Santísima Virgen la perfección.
El amor
maternal de María es también el modelo con que en la Iglesia han de actuar
todos aquellos que tienen la responsabilidad de llevar a Dios a los hombres
(cfr. LG, 65).
MES DE MARÍA.
El
mes de María es una antigua y muy bella tradición, que tiene sus inicios en
Europa, continente que se caracteriza precisamente, por sus profundas raíces
cristianas, como lo testifica su historia, su cultura y su religión.
El Mes de María, en Europa y el hemisferio
Norte, se festeja en Mayo, en el llamado “mes de las flores”, que se llama así,
porque con la llegada del buen tiempo y tras las lluvias invernales, el campo y
los jardines comienzan a cubrirse de un verde intenso y de los colores y aromas
de las flores. Es el apogeo de la primavera.
En el continente americano, fueron los misioneros españoles los que difundieron y promovieron la tradición de dedicar el mes de mayo al mes de Maria. Por este motivo, existe una gran devoción popular y afecto hacia la Madre de Dios, como así lo testimonian los innumerables santuarios marianos bajo diversas advocaciones.
Pero aquí tuvieron que modificar la fecha de su celebración. Tradicionalmente en Europa el Mes de María se reza en Mayo, en el llamado “mes de las flores”. Sin embargo, en Sudamérica en ese mes el frío es intenso, motivo por el cual se trasladó y va del 7 noviembre con la fiesta de María Medianera de todas las Gracias, y termina con la fiesta de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre.
Y así, desde la edad media se consagró el
“mes de las flores” a la Virgen María para rendir culto a las virtudes y
bellezas de la Madre de Dios. La primera
noticia clara que se tiene de la consagración del mes de mayo a la Virgen,
viene de Alfonso X, “el Sabio”, rey de España, en el siglo XIII.
Con el florecimiento espiritual del siglo XVI
se dio gran impulso a esta hermosa práctica, con especiales ejercicios de
piedad durante todos los días, en los que se van considerando diversos
misterios, títulos y excelencias de la Madre del Señor. La universalización de
esta práctica vino a verificarse en el siglo XIX, cuando fue favorecida y
enriquecida con indulgencias por los sumos Pontífices Pío VII y Pío VIII.
Ya en el siglo XIII, el Rey Alfonso X, el
Sabio invitaba a alabar e invocar a María, ante su altar, en el mes de las
flores.
En Italia fue San Felipe Neri, en el siglo
XVI, el iniciador del Mes de Mayo dedicado a María, con la costumbre de invitar
a los jóvenes a cantar, llevar flores y ofrecer sacrificios a la Virgen.
¿Qué podemos hacer y practicar en el mes de
María, en
honor de la Santísima Virgen?
En la Iglesia, durante la adoración, en la
visitas al Santísimo Sacramento del Altar, o en casa en los momentos libres,
solo o en familia, podemos y sería muy beneficioso para el crecimiento de
nuestra vida espiritual, hacer algo de lo que te proponemos:
Reflexionar
en los principales misterios de la vida de María.
Reflexionar implica hacer un esfuerzo con la
mente, la imaginación y, también, con el corazón, para profundizar en las
virtudes que la Virgen vivió a lo largo de su vida. Podemos meditar en cómo
María se comportó, por ejemplo, durante:
-la
Anunciación (Lc 1, 26)
-la
Visita a su prima Isabel (Lc 1, 39)
-el
Nacimiento de Cristo (Lc 2, 1)
-la
Presentación del Niño Jesús en el Templo (Lc 2, 22)
-el
Niño Jesús perdido y hallado en el templo (Lc 2, 40)
-las
Bodas de Caná (Jn 2, 1)
-María
al pie de la cruz. (Jn 19, 25)
Recordar
las apariciones de la Virgen.
En Fátima, en Lourdes, o en Guadalupe, la
Virgen entrega diversos mensajes, todos relacionados con el amor que Ella nos
tiene a nosotros, sus hijos.
Meditar
en los cuatro dogmas acerca de la Virgen María que son:
Su
Inmaculada Concepción: A la única mujer que Dios le permitió ser concebida y
nacer sin pecado original fue a la Virgen María porque iba a ser madre de
Cristo.
Su
maternidad divina: La Virgen María es verdadera madre humana de Jesucristo, el
hijo de Dios.
Su
perpetua virginidad: María concibió por obra del Espíritu Santo, por lo que
siempre permaneció virgen.
Su
asunción a los cielos: La Virgen María, al final de su vida, fue subida en
cuerpo y alma al Cielo.
Recordar
y honrar a María como Madre de todos los hombres.
María nos cuida siempre y nos ayuda en todo
lo que necesitemos. Ella nos ayuda a vencer la tentación y conservar el estado
de gracia y la amistad con Dios para poder llegar al Cielo. María es la Madre
de la Iglesia.
Reflexionar
en las principales virtudes de la Virgen María.
María era una mujer de profunda vida de
oración, vivía siempre cerca de Dios. Era una mujer humilde, es decir,
sencilla; era generosa, se olvidaba de sí misma para darse a los demás; tenía
gran caridad, amaba y ayudaba a todos por igual; era servicial, atendía a José
y a Jesús con amor; vivía con alegría; era paciente con su familia; sabía
aceptar la voluntad de Dios en su vida.
Vivir
una devoción real y verdadera a María.
Se
trata de que nos esforcemos por vivir como hijos suyos. Esto significa:
* Mirar
a María como a una madre: contarle todo lo que nos pasa: lo bueno y lo malo.
Saber acudir a ella en todo momento.
* Demostrarle
nuestro cariño: Hacer lo que ella espera de nosotros y recordarla a lo largo
del día.
* Confiar
plenamente en ella: Todas las gracias que Jesús nos da, pasan por las manos de
María, y es ella quien intercede ante su Hijo por nuestras dificultades.
* Imitar
sus virtudes: Esta es la mejor manera de demostrarle nuestro amor.
Tratar
de no pecar, porque siendo corredentora paga supratemporalmente con dolor por
cada pecado nuestro.
Rezar
en familia las oraciones especialmente dedicadas a María.
La Iglesia nos ofrece bellas oraciones como
la del Ángelus (que se acostumbra a rezar a mediodía), el Regina Caeli, la
consagración a María y el Santo Rosario ante la imagen de la Virgen...o simplemente decirle que la amamos.
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